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El siglo XIX: época de restauración
A principios del siglo XIX, el deterioro que arrastraba el monasterio desde hacía dos siglos se agravó por una serie de circunstancias: la ocupación del monasterio durante la Guerra del Francés en 1810; la instalación de la Junta de Sanidad en 1821, que convirtió el monasterio en lugar de observación de la epidemia de la fiebre amarilla; la exclaustración de la comunidad por la desamortización de 1835-1838; la caída de varios rayos, que dañaron algunas partes del cenobio; la revuelta de 1868; el robo de parte del tesoro de la sacristía en 1871, y la venta de una gran cantidad de objetos artísticos que eran patrimonio de la comunidad.
El movimiento cultural de la Renaixença supuso la recuperación de la identidad nacional catalana —basada en un pasado glorioso que se centraba en la Edad Media— y sirvió para legitimar socialmente a una clase burguesa dirigente que encabezó la revolución industrial del país. El redescubrimiento de la historia de Cataluña y la revalorización del patrimonio artístico y arquitectónico tuvieron un papel fundamental en el resurgimiento del sentimiento nacionalista. En 1844 se crearon las comisiones provinciales de monumentos históricos y artísticos con la voluntad de recuperar y proteger el patrimonio. En esta línea, en 1877 se iniciaron las obras de restauración de la iglesia del monasterio por suscripción popular, bajo la dirección del arquitecto Joan Martorell y de acuerdo con las corrientes impulsadas por Viollet-le-Duc. Sin embargo, los recursos invertidos no cubrieron inicialmente las obras, que tuvieron que ser suspendidas hasta 1893, año en el que se retomaron gracias a la dote aportada por sor Eulària Anzizu, sobrina de Eusebi Güell i Bacigalupi, muy próxima al ambiente cultural del último tercio del siglo XIX.
La importancia de Eulària Anzizu dentro de la comunidad se refleja en el rigor intelectual de sus obras y en su labor como archivera, biógrafa, historiadora, música y traductora. Además, su mecenazgo permitió a la comunidad tomar conciencia del valor de su legado histórico y artístico y, sobre todo, de la necesidad de preservarlo y difundirlo. Destacan sus tratados históricos y sus libros de poemas, en los que queda patente la influencia de Jacint Verdaguer.
La restauración de la iglesia que se llevó a cabo en el último tercio del siglo XIX incidió en los paramentos, el coro de los frailes y el coro alto. Además, se construyó un nuevo altar mayor y se restauraron y reconstruyeron la mayor parte de las vidrieras. También se arreglaron el reloj del campanario y la fachada del templo. Paralelamente, se intervino en algunos puntos del interior del cenobio, como el refectorio y el dormitorio.
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