Celdas del dormitorio y mirador de San Rafael

(s. XVI)

La llegada de sor María de Aragón al monasterio de Pedralbes vino a ratificar el cierre del monasterio al exterior. No obstante, es también en este momento cuando se construye y se cubre el mirador sobre la sala capitular, que permite la visión sobre el llano de Barcelona, y el de San Rafael, sobre el dormitorio, con vistas a Collserola.

La reforma monástica impulsada por los Reyes Católicos y el cardenal Cisneros no tan solo buscaba limitar al máximo la salida de las religiosas, sino también cualquier contacto visual de estas con el mundo exterior, y por ello se cubrían los puntos de conexión con rejas y cortinajes. Paralelamente, se crearon espacios desde los que la abadesa o las hermanas de su confianza podían controlar puntos proclives al contacto: el retiro de la abadesa o la celda de sor Teresa a los pies del dormitorio son testimonio de ello. La construcción de los miraderos, sobre el ala sur, y el mirador de San Rafael, en el ala norte, les proporcionó atalayas tanto sobre el entorno exterior como sobre el interior del monasterio.

El mirador de San Rafael suponía una extensión de la celda que, bajo la misma advocación, siglos más tarde alojaría el archivo. La existencia de pequeñas hornacinas en el propio cuerpo del mirador denota que en algún momento también fue utilizado como celda particular de oración.

A mediados del siglo XVI, se adosó a la fachada exterior del dormitorio un nuevo edificio de pequeñas dimensiones destinado a acoger nuevas celdas privadas. Poco tiempo después, se le añadió la torre conocida como «mirador de San Rafael», que ofrecía vistas sobre el monasterio.

Las celdas privadas que se adosaron al dormitorio por el lado orientado al antiguo camino de Cornellà fueron construidas como un cuerpo horizontal de piedra subdividido en varias celdas para la oración. Mientras que la arquitectura exterior responde a la tradición constructiva medieval, los acabados interiores, con molduras de yeso a base de elementos clasicistas, ponen de manifiesto la consolidación del Renacimiento en el convento. La celda más grande del cuerpo pasó a albergar el archivo conventual en el año 1801, con el traslado del mobiliario que hasta entonces había ocupado la capilla de San Miguel.

A finales del siglo XVI o principios del XVII, este cuerpo fue ampliado notablemente con la construcción del mirador de San Rafael, una torre alta con una escalera de cuatro tramos hacia un mirador superior, con vistas sobre el claustro. En el año 1920, Jeroni Martorell restauró la cubierta de cerámica vidriada y las ventanas con celosía.