Las religiosas de Pedralbes seguían la norma dictada por el papa Urbano IV en 1263 para la nueva Orden de las Clarisas, que dividía las horas del día a partir de los rezos de las horas monásticas, repartidas entre las mayores (maitines, laudes, vísperas y completas) y las menores (prima, tercia, sexta y nona). Estos rezos obligaban a las religiosas a acudir con frecuencia al coro de la iglesia desde la contigua sala del Ángel.
Originalmente, la sala del Ángel constituía el centro neurálgico de la vida de las monjas. En el lado norte se abre un gran portal exterior encima del cual se observa una hornacina decorada. En su interior, dos imágenes, la del ángel de la Anunciación, de rodillas, y la de la Virgen, de pie, presiden la estancia. Pese a que la decoración de esta hornacina parece ser que fue retocada con el tiempo, así como la de las propias imágenes, puede leerse en letra gótica la frase del ángel anunciando a María su futura maternidad. El tipo de la decoración, el estilo de la escritura y las propias imágenes se corresponderían con este momento inicial del monasterio.
A través de esta sala, las religiosas accedían al coro para rezar las distintas oraciones del día, entre ellas, y de forma principal, la del ángelus, una devoción precisamente de origen franciscano muy popularizada en el siglo XIV.
La sala del Ángel es un distribuidor que une la iglesia con el dormitorio y da acceso a una antigua puerta del monasterio y al segundo piso del claustro. Este espacio data de época fundacional, ya que se vincula a la construcción de los peculiares contrafuertes occidentales de los pies de la iglesia. Mientras el monasterio estaba en construcción, la sala ya debía de alojar las primeras dependencias necesarias para la comunidad.
La sala del Ángel se originó a partir de la construcción de dos amplios arcos diafragma que enlazaban la pared de este lado de la iglesia con sus contrafuertes, mayores que el resto y prácticamente exentos. Esta peculiaridad arquitectónica es debida a la necesidad proyectual de construir unas estancias para acoger a las primeras monjas, ya que el resto del monasterio se encontraba en proceso de construcción. A finales del siglo XIV, a raíz de las obras del dormitorio, se modificó totalmente el espacio con la construcción de la actual bóveda de crucería rebajada y la consiguiente transformación del sistema original de cubierta. Finalmente, a mediados del siglo XVI se construyó, encima de la sala del Ángel, una serie de niveles superpuestos con el fin de instalar celdas para la oración individual. El acceso a estas celdas se realiza a través de una escalera de caracol empotrada y perforada en el contrafuerte, visible desde el dormitorio.