La regla de las clarisas imponía una estricta clausura a las religiosas, lo que obligaba a contar con personal de servicio tanto religioso como laico. Por este motivo los límites del cenobio no se circunscribían estrictamente al monasterio femenino, sino que incluían otras dependencias que alojaban a frailes y curas y sirvientes laicos. La iglesia constituía la línea divisoria entre estos dos mundos que conformaban Pedralbes.
Dado que a las monjas no les estaba permitido oficiar actos litúrgicos, la reina dotó a la comunidad para poder mantener a algunos frailes y curas. Los frailes franciscanos asumían la labor de consejeros espirituales, confesores y procuradores de los bienes de las hermanas. Estos frailes vivían en un edificio, conocido como el «Conventet», frente al de les monjas. Al su lado, una serie de viviendas alojaban a los curas encargados de celebrar los distintos oficios. Unos y otros eran elegidos por la abadesa, a quien debían rendir homenaje.
El monasterio obtuvo, gracias a una permuta con la sede de Barcelona, la señoría sobre todo el término de Sarrià, por lo que todos los detentores de tierras del término debían reconocer a la abadesa como señora en un acto de vasallaje que se llevaba a cabo en las puertas del monasterio femenino, que simbolizaba el límite de la clausura estricta. La plaza frente a la iglesia constituía el centro neurálgico de este pequeño universo que reproducía los esquemas del mundo exterior.
Uno de los rasgos característicos del actual monasterio de Pedralbes es su disposición sobre terrazas de terreno a distintas alturas. Esta realidad física ha obligado, desde época fundacional, a que todas las estructuras del monasterio se adapten de forma singular a esta peculiar fisonomía topográfica de la zona.
La necesaria adaptación a los desniveles del terreno hizo que la disposición de las estructuras del monasterio requiriese una propuesta de diseño arquitectónico y un calendario de obras ciertamente singular. Así, la construcción de las distintas dependencias se adaptó a esta topografía, priorizando el cierre del recinto de clausura. De ahí que, en muchos casos, las estructuras no se considerasen totalmente finalizadas hasta muy tarde, y que, al mismo tiempo, no tuviesen una construcción sincrónica. El emplazamiento del monasterio en esta vertiente de la montaña también respondía a la necesidad de aprovechar una mina de agua cercana para el abastecimiento de la comunidad.
Por otra parte, los frailes franciscanos clérigos que realizaban los servicios litúrgicos y de asistencia espiritual de la comunidad, al menos desde 1341, tenían su espacio en el Conventet, un edificio anexo al monasterio cuyas dependencias se articulaban en torno a un claustro con cuatro galerías de arcos apuntados. El Conventet era como un pequeño monasterio anexo al monasterio.