Los vínculos del monasterio de Pedralbes con la ciudad de Barcelona, iniciados en tiempos de la reina Elisenda e interrumpidos a raíz de los Decretos de Nueva Planta (1715), se reanudaron formalmente en 1972. Ese año se firmaron unos pactos entre el monasterio y el Ayuntamiento de la ciudad, mediante los cuales las clarisas cedían parte del edificio histórico para abrir un museo a cambio de disponer de un convento nuevo.
La edificación del nuevo convento para las religiosas, anexo al conjunto histórico, permitió que a partir del año 1983 se abriese al público el Museo Monasterio de Pedralbes, heredero del que había creado sor Eulària a principios de siglo. Las obras del nuevo convento facilitaron la ejecución de prospecciones arqueológicas para localizar el antiguo palacio de la reina, que había mandado derribar después de su muerte. Las excavaciones permitieron hallar algunos indicios en la zona del antiguo noviciado del siglo xviii, coincidiendo con la denominada, actualmente, «sala de la Reina», sin duda la estancia principal del palacio, que por su nobleza no fue derruida. Estos hallazgos obligaron a variar la futura ubicación del nuevo convento, hacia la zona conocida como «huerto grande».
La última gran campaña constructiva del recinto de Pedralbes tuvo como objetivo el traslado de la comunidad a un nuevo edificio conventual levantado totalmente de nuevo en la parte más occidental del monasterio. La nueva delimitación de la clausura permitió la apertura pública definitiva del monumento, sin desatender las necesidades de la vida contemplativa.
La firma de los acuerdos entre la comunidad de clarisas y el Ayuntamiento de Barcelona supuso la construcción de un nuevo convento situado donde hasta entonces había existido el huerto grande. En 1976, se iniciaron las obras del nuevo convento de Pedralbes, situado al otro lado de los huertos de la cocina y del camino de las Doncellas. El edificio, proyectado por el arquitecto Joan Bassegoda i Nonell, dotó a la comunidad de nuevos alojamientos, jardines y comunicaciones subterráneas con los espacios de clausura del edificio histórico. Se trata de un edificio moderno que intenta dialogar con el conjunto histórico mediante sus fachadas chapadas con un tapiado de piedra y su coronamiento con tejado a dos aguas.