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El huerto medieval del monasterio

El Huerto pequeño del Monasterio, tal como lo llaman las religiosas, es un recinto amurallado de casi 3.000 metros cuadrados de cultivo, que se sitúa en la fachada sur del conjunto amurallado, frente a la sala de las Procuras, el espacio donde se guardaba la cosecha. De este huerto, no tan pequeño, las religiosas han extraído algunas de las verduras, hortalizas, legumbres o frutas que cocinaban y también las hierbas con las que preparaban los medicamentos para la comunidad desde la fundación del convento en el año 1327, hasta finales del siglo XX.

En 2017 el Museo del Monasterio inició un proyecto para recuperar el uso original de este espacio, con el objetivo de reconstruir un huerto de cuatro parcelas tal y como podía haber sido durante la edad media. Por este motivo no incluye las especies que llegaron desde América a Europa después de 1492. Para conocer al máximo cómo podía haber sido el huerto medieval se constituyó un equipo multidisciplinar formado por especialistas provenientes de los campos de la historia, la arqueología, la botánica, la arqueobiología, la arquitectura, la museografía, la educación medioambiental y los servicios sociales que han abordado el proyecto desde diferentes ámbitos.

La intervención arqueológica que se realizó en el inicio de las obras permitió documentar cinco fases cronológicas claras de utilización del espacio, comprendidas entre los siglos XIV y XIX. Gracias a este estudio, en el subsuelo del huerto se pudieron recuperar los caminos históricos y las instalaciones de riego tradicionales. A partir de todos estos conocimientos, se ha podido llevar a cabo el diseño del espacio y de los diferentes elementos museográficos, así como la distribución de las parcelas, garantizando la convivencia entre el espacio verde, la estructura arquitectónica e histórica del monasterio y el espacio del museo.

La recuperación del huerto desde una perspectiva histórica ha comportado un exhaustivo estudio para determinar las especies que debían sembrarse. Para ello, se consultaron los documentos medievales custodiados en el archivo del propio Monasterio y los tratados agrícolas de la época, donde se recogen las especies y técnicas de cultivo durante la edad media.

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El Huerto pequeño, visitable a partir del 1 de junio del 2022, incluye especies autóctonas y locales que actualmente se han dejado de sembrar o están en peligro de extinción.

La primera parcela, de 283 metros cuadrados, está dedicada a las verduras. Se han sembrado productos de hoja verde, como las espinacas o las lechugas, que hay que consumir tiernas y aportan vitaminas. Estos productos de huerta necesitan un cuidado casi diario y quieren mucha luz del sol y mucha agua. Las especies se han sembrado en los laterales de los caballones y el agua que las riega circula por los surcos. En el segundo año, estos productos se trasladarán a la segunda parcela.

La segunda parcela, de 290 metros cuadrados, está dedicada a la agricultura extensiva con el plantado de leguminosas como guisantes, lentejas y garbanzos. El cultivo de leguminosas aporta muchos beneficios para la tierra, porque la regenera. Las legumbres se pueden consumir tiernas, pero también se pueden guardar secas, permiten tener una buena despensa y aportan vitaminas y proteínas. En el segundo año, estos productos se pasarán a la primera parcela.

Un camino de tierra separa las dos primeras parcelas de las dos últimas, secundado por toda una serie de viñas. Entre las parcelas tres y cuatro, un espléndido cenador de mimbre natural corona el paisaje, alimentado por los canales naturales que discurren el agua freática de la balsa que sustenta todo el huerto medieval. Junto a la balsa, se pueden encontrar árboles como el cerezo, el naranjo o el limonero.

La tercera parcela, de 143 metros cuadrados, está dedicada al cultivo de peras, manzanas y palosantos. El palosanto, a pesar de no ser un fruto medieval europeo, está presente dentro de la exposición en cuanto que era un árbol que existía antes del inicio de la reconstrucción del huerto medieval y se decidió conservarlo. En este espacio se encuentra, además, un pequeño jardín medicinal con un combinado de plantas aromáticas que se han plantado para atraer al huerto insectos polinizadores, como abejas o mariposas, y que durante la época medieval eran fundamentales por la comunidad de monjas, tanto para cocinar como para elaborar medicinas. Entre las plantas que podemos ver, y oler, hay el tomillo (Thymus vulgaris), el romero (Salvia rosmarinus), la salvia (Salvia officinalis) o el orégano (Origanum vulgare)."

La cuarta y última parcela, de 364 metros cuadrados, está dedicada al cultivo de árboles como el almendro, el membrillero, el níspero, el granado y el serbal. También se podrán encontrar melones y albudecas. Cierran el jardín un nogal y una higuera.

En el Huerto pequeño se utilizan técnicas agrícolas medievales, que se llaman orgánicas. Este tipo de agricultura es uno de los cimientos de lo que actualmente se llama agricultura ecológica, que se complementa con conocimientos científicos y tecnológicos contemporáneos. Las técnicas medievales y orgánicas tienen como objetivo cultivar a perpetuidad, evitar dañar los recursos naturales y no comprometer las necesidades de las siguientes generaciones. Para combatir las plagas y garantizar la fertilidad de la tierra se emplean técnicas como el policultivo, la alternancia y la combinación de cultivos, el uso de nutrientes o fertilizantes de origen orgánico, la selección de especies locales y adaptadas al entorno climático inmediato o el uso efectivo de la irrigación. Todo lo que entra en el huerto proviene del mismo huerto, y todo es orgánico y renovable.

La apertura de este nuevo espacio del museo permite promover valores y actitudes hacia el cuidado del medio ambiente y dinamizar la cultura a través del trabajo cooperativo e inclusivo. Es un proyecto que ofrece una nueva interpretación del entorno del monasterio a través del diálogo entre el patrimonio histórico y el natural, y posibilita realizar una serie de proyectos educativos y sociales a su alrededor. En este sentido, para la gestión del huerto se cuenta con la participación de entidades del entorno que trabajan para la inclusión de colectivos con riesgo de exclusión social, como la Fundación CEE Gurú y el Centro Ocupacional Pedralbes, y todos los productos de la cosecha son entregados en el Centro de Acogida ASSÍS, que trabaja con el sinhogarismo. Así, mediante proyectos escolares de Aprendizaje Servicio se pone en contacto al alumnado de escuelas del entorno con estas instituciones encargadas del mantenimiento del huerto, con la voluntad de crear una red solidaria que favorezca el desarrollo y la transformación de la comunidad, la promoción de valores como el cuidado del medio ambiente, el consumo de proximidad y el principio de equidad entre las personas que forman parte de la sociedad.

El año 2024, el huerto medieval del Real Monasterio de Santa Maria de Pedralbes ha sido seleccionado como una de las 10 mejores prácticas en patrimonio cultural a escala europea por la European Heritage Hub, un proyecto piloto financiado por la Unión Europea nacido para impulsar la transición hacia una sociedad sostenible, digital e integradora.

A continuación podéis consultar el dosier de prensa de la exposición:

Ajuntament de Barcelona