Dentro del monasterio, el claustro tenía la función práctica de distribuidor de los espacios. Asimismo, y ya trascendiendo el plano terrenal, cumplía la función simbólica de representar la imagen arquetípica del paraíso a través de la arquitectura, el agua y la vegetación. La primavera es el momento en que se puede disfrutar el máximo esplendor de la vegetación del claustro y percibir en plenitud la concepción simbólica de este espacio.