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Títol

La medicina medieval en el monasterio

Curiosidades

Created date

28/05/2015

Introducció

El jardín medicinal del claustro del monasterio presenta una recreación hipotética de un herbario medieval plenamente funcional.

En paralelo a la preocupación teológica por la curación del alma, en la Edad Media la medicina recuperaba los conocimientos de la ciencia médica grecorromana gracias a la cultura araboislámica, que la adaptó y perfeccionó durante los siglos XI y XIII a través de la escuela de Salerno.

Autores como Galeno (ca. 130 d. C.-ca. 200 d. C.) o Dioscórides Pedáneo (siglo I d. C.) fueron referentes en todos los tratados médicos medievales. La medicina galénica, sistematizando la herencia griega de Hipócrates (ca. 460 a. C.-ca. 370 a. C.), se basaba en la teoría de los humores, según la cual todos los seres vivos están formados por cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego. Dichos elementos surgen de la combinación de cuatro propiedades fundamentales, que forman parejas contrapuestas: frío y calor, sequedad y humedad. En el hombre, estos cuatro elementos se identificaban con los cuatro humores o sustancias: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flegma. Cuando existía un desequilibrio entre estos surgía la enfermedad. Se creía que los humores se originaban en el cuerpo a partir de los alimentos y por ello la curación de una enfermedad se conseguía mediante la recuperación del equilibrio de los humores a partir de la dietética (para mantener dicho equilibrio) y la farmacología (para corregirlo).

Este principio curativo se basaba en el principio de contraria contrariis, la teoría que defendía que los contrarios se curan entre sí; así, los médicos recetaban medicinas frías para las enfermedades calientes y remedios secos contra las enfermedades húmedas. El trastorno humoral originaba sustancias nocivas que el cuerpo debía eliminar para lograr la recuperación. Para la elaboración de los remedios se utilizaban muchas sustancias, la mayoría procedentes del reino vegetal, denominadas simples, aunque también se utilizaban en menor número minerales y metales.

El jardín de plantas medicinales del Real Monasterio de Santa María de Pedralbes pretende ser la recreación hipotética de un herbario medieval a partir de los tratados del Libro de simples medicinales de la abadesa, mística, compositora y naturalista alemana Hildegarda de Bingen (1098-1179) y de una traducción catalana del Libro de los medicamentos simples del médico andalusí Ibn Wafid (1007-1067). En él se encuentran representadas unas cincuenta especies con propiedades beneficiosas, perennes y caducas, anuales y bianuales, que las monjas utilizaban para fabricar sus propios remedios. Para ello, aprovechaban todas las partes de las plantas (las raíces, el leño, las ramas, las hojas, las bayas, las yemas, los frutos y las flores), cada una con una finalidad terapéutica diferente.

Para conocer mejor los principios básicos de la medicina medieval, la actividad «Herbarius. Plantas y remedios en la Edad Media», del próximo 13 de diciembre, plantea un taller dirigido por un biólogo y educador ambiental que ilustra, de forma didáctica, el conocimiento y la práctica medieval en la elaboración de los remedios que se utilizaban para sanar los desequilibrios del cuerpo.

Enric M. Puga

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