La policromía de las claves de bóveda
Una de las intervenciones que se llevaron a cabo en la iglesia durante su restauración, a finales del siglo XIX, fue la limpieza y el policromado de las claves esculpidas de las bóvedas de crucería, tanto las de la nave central como las de las capillas laterales. En la nave central se representan los gozos de la Virgen, y en las capillas, a varios santos y santas.
Hacia la fisonomía neogótica de la iglesia. Los nuevos retablos
Las obras realizadas en la iglesia a finales del siglo XIX, además de adecentar y consolidar el edificio, pretendían también devolverle la fisonomía gótica que el paso del tiempo y los añadidos barrocos le habían hecho perder. Es en este momento cuando los retablos barrocos son sustituidos por otros neogóticos, tanto en el presbiterio como en las capillas laterales. La mayor parte de estos retablos fueron quemados en julio de 1936.
Un gran órgano para el coro alto
La instalación de un nuevo órgano en la iglesia, construido por los organeros Puguet, de Toulouse, exigía reformar la pared de separación de la iglesia con los coros alto y bajo. Así, se reforzó esta pared y se colocó una reja de hierro, semejante a las existentes en las capillas laterales.
Las vidrieras del siglo XIX
Aunque buena parte de los vitrales de la iglesia son de origen medieval, durante las obras de restauración del templo se intervino en algunos de ellos y se destaparon los que estaban ciegos. Las vidrieras del siglo XIX son, principalmente, las seis vidrieras centrales de la nave, caracterizadas por un neogótico ecléctico, inspirado en el gótico catalán y en el europeo.
Una nueva imagen para el coro alto
El coro alto fue uno de los espacios que modificaron más su aspecto a finales del siglo XIX. La barandilla de piedra gótica que lo separaba de la iglesia fue sustituida por un enrejado de hierro y cortinas. Se instaló un nuevo pavimento de mosaico y parqué de roble, y un altar dedicado a la Inmaculada Concepción. También se realizó una nueva sillería, neogótica, con unos cincuenta asientos de madera de cedro, presidiendo la silla abacial, una imagen de santa Clara. En el centro del espacio se mantuvo el facistol de nogal de la época de la abadesa María de Aragón (siglo XVI).
La sillería de los frailes de la nave central
La sillería que ocupa la nave central de la iglesia estaba destinada a los frailes que vivían en el Conventet del monasterio y velaban por la espiritualidad de las monjas de Pedralbes. Esta sillería de madera, rodeada de un muro corrido de piedra, fue realizada en épocas medievales y restaurada a finales del siglo XIX, durante las importantes obras de restauración de la iglesia.
Los acabados del muro y la nueva policromía
Durante el proceso de restauración de la iglesia a finales del siglo XIX, se repicaron los revestimientos de mortero de cal que cubrían los muros y se cubrieron con un contrachapado que imitaba un muro isódomo. Los capiteles de las columnas, las claves de bóveda, los escudos, el púlpito, las sepulturas y el sepulcro de la reina fueron policromados también por esas fechas.
El sepulcro de la reina
El aspecto actual del sepulcro de la reina por el lado de la iglesia es heredero de las intervenciones de finales del siglo XIX. En aquel momento, el escultor Josep Pagès i Horta añadió los fragmentos y las piezas que faltaban desde hacía años, y lo hizo en consonancia con la presentación del lado del claustro. De aquel final de siglo son las arcuaciones con santos y santas de la parte baja del sepulcro. La empresa Saumell i Vilaró policromó y doró toda la tumba.