Últimas hipótesis sobre los orígenes del último piso del claustro
Aunque la historiografía tradicional sitúa la construcción del tercer nivel del claustro hacia el siglo XVI, los estudios más recientes de datos materiales y documentales conducen a pensar que ya estaría en construcción hacia finales del siglo XV. En este sentido, el análisis de las noticias directas o indirectas en torno a edificios como el refectorio, el dormitorio, la enfermería y la sala capitular permiten deducir que, al menos en el año 1516, este último nivel ya debía de estar construido, porque la noticia del cierre del capítulo en esta fecha implicaría necesariamente la existencia de esta cota de circulación superior.
Una galería con pilares octogonales monolíticos
El tercer nivel del claustro es de menor altura que los dos niveles inferiores. También, y a diferencia de aquellos —que se definen mediante galerías de arcos apuntados sostenidos por columnas fasciculadas—, presenta una estructura con pilares monolíticos de piedra de sección octogonal sobre los que se desarrolla la estructura de cubierta y que siguen el modelo formal empleado en el mirador de la sala capitular.
Los grandes arcos angulares del claustro
A raíz de los últimos estudios, parece ser que, en algún momento aún indeterminado del último cuarto del siglo XV, las cubiertas de las galerías del segundo nivel del claustro fueron desmontadas y se construyeron los machones, los arcos transversales y los pilares que configuran la estructura de este piso superior. Aunque estas galerías tienen una estructura similar a las de los niveles inferiores, con un gran machón angular sobre el que cargan unos arcos y las vigas de madera que soportan la cubierta, presentan algunas diferencias formales. En este nivel los arcos transversales no son de piedra, sino de ladrillo, con un doble sardinel que confiere robustez a la estructura.
Las celdas y las ermitas del tercer nivel del claustro
En el nivel superior del claustro existían varias celdas y ermitas, de las que solo dos han llegado hasta nuestros días. Estas, situadas en la galería de la iglesia, presentan puertas y ventanas de fisonomías y acabados disímiles, lo que da buena cuenta de la variedad tipológica en función de la época y, muy especialmente, de los recursos económicos de la monja promotora. Estos espacios de oración y de recogimiento personal que tuvieron algunas monjas fueron construidos en parte aprovechando los paños de pared entre los contrafuertes de los edificios que circundan el claustro.
El reloj solar
En la galería oriental del claustro correspondiente al cuerpo de la iglesia, en el muro del nivel inferior, se encuentra uno de los dos relojes solares del claustro. Desgraciadamente, su exposición a las inclemencias del tiempo a lo largo de los años ha borrado buena parte de la decoración, y tampoco se conserva el gnomon. Aun así, todavía es visible, en el lado superior, el encuadramiento que presentaba con motivos vegetales, el dibujo de un sol del que salen unos rayos y una parte de la inscripción en la que aparece la fecha de 1778.
Los sistemas de protección y cobijo
Parece ser que la barbacana o voladizo que protege el claustro en la cota del segundo nivel—y que se conserva en la actualidad únicamente en el lado meridional— debió de construirse a principios del siglo XVII, tal y como refleja una noticia del año 1602. El texto remarca la necesidad de continuar interviniendo en el claustro: «per resguardar-lo del vent i la pluja, per això […] fabricar la contrateulada entre els dos pisos amb unes proporcions de 2 pams més de sortida per protegir-se de l’aigua del segon claustre».
La ermita o celda de Belén
En un nivel superior del tejado del segundo piso del claustro se encuentra la celda de Belén, a la que se accede a través de la escalera de caracol situada en el contrafuerte de los pies del dormitorio. Esta escalera se bifurca para poder acceder a las celdas ubicadas a ambos lados del contrafuerte. Se trata de un espacio pequeño, con una ventana sin decoración que se abre al claustro. El paramento de los muros, revestido de yeso, imita los sillares de piedra y encintado. Este espacio demuestra hasta dónde se llegaron a construir celdas y oratorios en los siglos XVII y XVIII.