La primera gran transformación
Hacia la primera mitad del siglo XV, parece ser que se llevó a cabo una importante campaña de obras que transformó este sector en el espacio que más o menos podemos observar hoy en día. Durante aquella intervención, probablemente se abrieron las grandes ventanas localizadas en el muro sur y se coronó el edificio con una magnífica cubierta —similar a la del dormitorio— a dos aguas y con arcos diafragma, actualmente ocultos bajo la bóveda de cañón apuntada realizada en una intervención de finales del siglo XIX.
Los orígenes de la fachada exterior del refectorio
El espacio destinado a refectorio constituye uno de los más relevantes del conjunto, dada la dilatada secuencia cronológica de su estructura. La morfología y la composición del paramento de la fachada oeste remontarían su construcción a la fase fundacional del conjunto monástico, hacia 1326. Pese a las modificaciones posteriores, aún es visible en la cota superior del muro —debajo de la línea de cubierta— el empuje de las ventanas medievales, tapiadas probablemente durante las reformas de este cuerpo en el siglo XV.
El acceso al refectorio y la cocina
La puerta de acceso desde el claustro al refectorio, así como la de acceso a la cocina, debían de formar parte del proyecto arquitectónico primigenio de este sector. Esta hipótesis se basa, por un lado, en la morfología que presentan estas aberturas —doveladas, de piedra y con montantes monolíticos—, y por otro, en que están parcialmente ocultas por los contrafuertes, cuya construcción probablemente se llevó a cabo con posterioridad a la del muro y sus aberturas preexistentes.
La cubierta oculta del siglo XV
En el siglo XVI, el edificio del refectorio sufrió una gran transformación, siendo culminado con una nueva cubierta a dos aguas, desarrollada a partir de grandes arcos diafragma. Durante unos trabajos de investigación llevados a cabo en el año 2010, se pudo constatar que, escondidos bajo la bóveda de cañón apuntada de finales del siglo XIX, aún se conservan estos arcos de la cubierta original e, incluso, algunos de los canecillos de madera que debían de soportar las vigas del siglo XV.
El encintado medieval de los muros
Con motivo del descubrimiento de la cubierta del siglo XV en el año 2010, también se pudo observar que algunos tramos de muro aún conservaban el encintado de junta original. Este, realizado con mortero de cal, tenía como objetivo proteger la junta entre los sillares y, por lo tanto, la integridad del muro. En este caso, presenta la particularidad de que, para mantener la fisonomía regular del muro de sillares, una vez recubierta la junta, el mortero de cal fue decorado con unas líneas negras que reseguían las líneas del encintado.
Las ventanas medievales del refectorio al claustro
En el muro norte del refectorio, en la cota del primer piso del claustro, se pueden observar algunas ventanas de morfología cuadrangular, con dintel y montantes monolíticos de piedra. Estas aberturas solo son visibles en el paramento exterior del refectorio, ya que por el lado interior se encuentran por encima de la cota de la bóveda de cañón y, por lo tanto, no se ven. Tanto por su tipología como por su localización, es verosímil suponer que formaban parte del cuerpo de aberturas medievales de este volumen en el lado norte.
La decoración mural del refectorio
En época de la abadesa María de Aragón, hija de los Reyes Católicos, se llevaron a cabo algunas obras de reforma y acondicionamiento en el monasterio. En el refectorio, tal y como registra la documentación mediante la noticia de un pago en 1516, se ejecutó la decoración del muro cabecero con un programa iconográfico que incluía pintura mural y esculturas. De todo este conjunto, en la actualidad únicamente se conserva una parte de la pintura y el escudo de armas de la abadesa.